Todo el mundo ha experimentado alguna vez la frustración de tener una canción atascada en la cabeza. Una de esas melodías que después de varias horas tararearla se convierte en una tortura contra la que es inútil combatir. Hay incluso quien afirma que fue una canción pegadiza la que llevó al compositor Robert Schuman a la locura de sus últimos años. Guiados no tanto por la salud mental de los melómanos sino por la pura curiosidad científica, un grupo de investigadores de la Universidad de Saint Andrews en Escocia han realizado un estudio sobre los motivos que provocan este desagradable fenómeno.