El hombre que le vigilaba el sueño al mar de Sálvora | Chismes varios | Scoop.it
El faro de Julio Viches no tiene puertas. De él se entra y se sale por una ventana. Como de todos los sitios que valen la pena. Bajo el quicio, todavía unos ojos arrugados de tanto mirar el mundo. A un lado, el Atlántico feroz. Sus inviernos. Su olor a salitre. Sus pájaros mojados. Adentro, la lumbre apagada. El poso de una taza de café. Lo que fue y, lo que es peor, lo que pudo haber sido.