Hay películas del género de terror, incluso sagas enteras, que se pasan horas de metraje tratando de crear “ese” clima característico al espectador sin lograrlo. La siguiente pieza es un ejemplo claro de que la clave está en el ingenio, no en el tiempo, aunque sea inspirándose en otros clásicos.
Emma es el genial cortometraje obra de Daniel Limmer, una secuencia de terror de apenas 15 segundos, aunque francamente efectiva en su cometido generando esa tensión en el espectador.