Historia de un ignorante, ma non troppo… La Sinfonía “Fantástica”, de Hector Berlioz | Chismes varios | Scoop.it

En 1824 Ludwig van Beethoven había cambiado para siempre la forma de entender la música al estrenar su mítica Novena Sinfonía. Con ella, y con las obras que la siguieron hasta su fallecimiento tres años después, el genio de Bonn dio un espaldarazo definitivo a la “nueva” corriente musical: el Romanticismo. Tradicionalmente se considera a Beethoven como el iniciador del movimiento romántico en la música, y a Schubert, su gran admirador, como el compositor que entendió perfectamente la idiosincrasia del movimiento y lo elevó a la categoría que hoy tiene… sólo que Franz Schubert no publicó ni una sola obra en vida, y falleció en 1827.

Pues bien, a pesar de todo esto tan unánimemente aceptado, la obra musical más romántica en todos los aspectos de esta primera época, sin discusión alguna (bueno, eso es lo que yo pienso, claro), es la Sinfonía Fantástica del francés Héctor Berlioz, estrenada en París en 1830, a la que está dedicado el artículo de hoy de esta ignorante serie sobre música clásica. Las circunstancias que rodearon su composición y el resultado, la obra en sí, son completamente románticas; recuerdan a los apasionados desvaríos de Gustavo Adolfo Bécquer, a las exaltadas historias de Alejandro Dumas o de Victor Hugo, ambos grandes amigos de Berlioz, o, por qué no, a la desesperación de Evariste Galois poniendo por escrito todos sus estudios y descubrimientos sobre álgebra de grupos la noche antes de batirse en duelo por el amor de una dama…[1] y morir como resulta de las heridas recibidas.