Se han escrito ríos de tinta sobre los recursos formativos en abierto (OER –por sus siglas en inglés–:Open Educational Resources), pero poquísimo sobre cómo los OERs (o sobre cómo esta “apertura (‘de recursos’)” –hablando de manera más general–) ha cambiado la práctica de la educación. No cabe duda de que el hecho de sustituir materiales formativos caros por los OER ahorra dinero y aumenta el acceso a materiales formativos. Este aumento implicará una mejora considerable en los resultados académicos de alumnos que, de otra forma, no podrían tener acceso a dichos materiales (p. ej.: porque su nivel económico no les permite adquirir libros de texto). Si el porcentaje de esos estudiantes –en una población determinada– fuera suficientemente elevado, la mejora de su nivel de aprendizaje podría cuantificarse midiendo los valores previos a la implementación de los OERs y comparándolos con los valores obtenidos a posteriori. El ahorro de cantidades considerables de dinero y el hecho de no empeorar los resultados académicos (sino, incluso, de mejorarlos) constituye una clara victoria. Sin embargo, existen muchas otras victorias por lograr para la “apertura(‘de recursos’)”.
Vía @egrierola